Desde la trinchera....

El día de hoy, después de haber visto la película de Julia & Julie, me sentí inspirada para compartir muchos detalles, información y formación que llega a nuestras manos y a menudo se queda ahí, sin llegar a otros.


El blog se llama desde la trinchera porque a menudo la vida diaria es una lucha, donde ganamos y perdemos, donde trabajamos y nos desgastamos; donde tenemos compañeros de lucha; éxitos y fracasos. Y de compartir nuestras experiencias podemos sacar nuevas luchas, nuevas ideas y nuevas aspiraciones.



¿Cuáles son las tuyas?







lunes, 9 de noviembre de 2020

domingo, 20 de octubre de 2013

¿Ya actualizaste el dispositivo de tu corazón?


Hace unos días me llamó enormemente la atención el poder ver la emoción y ansiedad que creaba entre el público en general la nueva versión de sistema operativo del iphone. Las expectativas eran muchas y casi podría llamar interés general en dar a conocer la noticia.

         Y me pregunté ¿cómo está el sistema operativo de nuestro corazón?, ¿cómo está la memoria que le permite recordar las cosas importantes y los detalles?¿cómo está el sistema que elimina los errores y actualiza el perdón cuando es necesario?¿Cómo está la memoria: saturada con el activismo o tiene espacio suficiente para dar paso a lo que es importante, a lo trascendente, a lo que nos hace mejores personas?¿Tengo las apps que me permitan ser mejor esposa, esposo, hijo, hija, hermano, amigo?¿Me doy cuenta de que por más modificaciones que haga la batería tiene una duración finita y que no puedo pretender que me alcance a cumplir con todo si la batería se acabará pierda, quien pierda?

         Muchas veces en la carrera desenfrenada del avance tecnológico, podemos llegar a desechar o eliminar, sistemas, aplicaciones, gadgets que son necesarios  para el funcionamiento básico: cortesía 1.0; respeto 4.5; amabilidad; alegría; sentido de vida; entrega; servicio a los demás. El problema es que estas aplicaciones que son básicas para el buen funcionamiento de nuestro corazón, se ven desplazadas MUY a menudo por juegos que ocupan la memoria y el tiempo y nos dejan sin posibilidad de sacar el provecho básico de nuestro “aparato”, que es finalmente lo que nos puede ayudar a ser felices.

         Otra aplicación de la que creo que es importante hablar es GPS, es decir esa guía que nos permite introducir la dirección a donde deseamos llegar, localizar nuestra situación y mostrar opciones de ruta que incluyen distancia, precios, tiempos estimados y hasta tráfico. Esta es sin duda BASICA en el buen funcionamiento del corazón, pero el problema viene cuando el usuario, no sabe con exactitud a donde va, no sabe ingresar los datos de manera que pueda verdaderamente llegar a donde quiere. Otro problema es también que aunque puede ser que se sepa a donde se quiere llegar, no se tenga activada la “localización” y esto impida que las personas podamos saber donde nos encontramos, y nos pase como la caricatura de Alicia en el país de las maravillas: cuando no se a donde voy, ni donde estoy entonces no importa la ruta, todo me llevara a algún lugar… la pregunta es ¿quieres decidir a dónde vas?

         Por último quiero comentar que tanto el corazón debe actualizarse diariamente, porque cada día surgen nuevas necesidades y por lo tanto nuevas apps que puede hacernos mejores personas o todo lo contrario, desviarnos de la ruta que nos llevará a la felicidad y a Dios.

         ¿Entonces ya actualizaste tu corazón?

miércoles, 24 de julio de 2013

Rosas, espinas, decisiones y consecuencias.


ROSAS, ESPINAS, DECISIONES Y CONSECUENCIAS

Por: Ing. Karina Talamás de Cadena

            Llevo días observando la ventana, es hermoso observar diferentes pájaros que se acercan, el poder escuchar sus cantos y admirar su belleza. Sin embargo, empiezo a tener un problema: se comen las croquetas de nuestras perritas y nos dejan todo sucio. De pronto la plácida contemplación del ave acaba cuando veo el desastre que dejan detrás. Y entonces he estado pensando en la solución: o quito las croquetas o limpio detrás de los pájaros.

            Pensando me di cuenta, de que al final todo se reduce a decisiones y sus consecuencias, el bien o mal que se hace o se deja de hacer; el precio que estamos dispuestos a pagar; el tiempo a invertir. Debo aceptar que use toda la creatividad posible para poder quedarme con la mejor parte de todo, quería pájaros y un lugar limpio…. Pero en realidad por más que lo desee, tengo que renunciar a una de las dos cosas. Este es en gran parte un reto para nuestros días, queremos todo, pero sin pagar el precio: galletas que no engorden, matrimonios que funcionen sin esfuerzo, elegir en que gastar el tiempo pretendiendo que nadie más pagara la factura; carreras exitosas con familias funcionales…  la lista sería interminable.

            La frase de una canción viene a mi cabeza, establece con claridad lo que nos ayudaría a tomar decisiones más realistas y sensatas: “O aprendes a querer la espina o no aceptes rosas”. Me queda claro que es necesario aceptar el reto de aprender a renunciar, porque cada decisión lo implica: opto por algo y renuncio a algo más. Asumir las consecuencias de lo que hago y decido  no solo me ayudará a crecer como ser humano, sino me ayudará a tener claro que más vale equivocarse por amor, que por egoísmo; más vale tener rosas, sabiendo que lo que verdaderamente vale la pena, cuesta. Cada uno a su manera tendrá que decidir, si es más la espina o la rosa. Una vez hecha la elección, hay que mirar al frente y seguir adelante, buscando siempre lo mejor.

 

jueves, 25 de abril de 2013

Platicas, conferencias y Talleres


Pláticas y Conferencias

¿Por qué Juanito no distingue entre el bien y el mal?

Tiene como objetivo el determinar las diversas causas de analfabetismo moral que impera el día de hoy y las opciones de los padres de familia para formar el carácter y la conciencia en sí mismos y en los hijos.

La misión de los padres en el Siglo XXI

Tiene como objetivo ofrecer las diversas tendencias nocivas para la familia de hoy y pautas concretas de acción para fortalecer la familia.

La Familia

Tiene como objetivo establecer lo que es la familia y establecer las funciones necesarias para que esta sea la comunidad de amor a la que está llamada.

Las virtudes

Cada una de las virtudes se da en una plática diferente y la plática tiene como objetivo el establecer que es, como vivirla y como educar en esa virtud a los hijos: generosidad, fortaleza, orden, humildad

Acéptate y quiérete

Busca definir lo que es una autoestima sana, de acuerdo a los criterios de nuestra fe y la forma de fortalecerla.

El Sentido de la vida

Busca apoyar al oyente a hacer un alto en el camino para preguntarse ¿Cuál es el sentido de la vida? y  plantearse estrategias concretas para dirigirla a donde estamos llamados.

 

 

OTROS TEMAS:

 

·         Educar es un riesgo.

·         Vulnerabilidad: el regalo de la imperfección.

·         Carta a las Familias.

·         La autoridad: obediencia como una virtud necesaria para ser felices.

·         A velocidad moderada en un mundo acelerado (Virtud de la Prudencia)

·         Mujer Justa, mujer real.

·         Unidad Familiar.

·         Virtud de la Alegría

·         Virtud de la constancia.

·         Virtud de la Obediencia

·         Virtud del respeto.

·         Virtud de la sinceridad.

·         La montaña rusa de la maternidad.

·         Castillos de arena (planear y expectativas de los hijos)

viernes, 5 de abril de 2013


Querido y querida, a ti que no me quieres…

Por: Karina Talamás de Cadena              Abril 2013.

            Te escribo sin poner tu nombre, porque no quiero lastimarte, porque tu cara se ha cambiado muchas veces a lo largo de mi vida. No siempre eres la misma persona. Tu nombre varía, tus facciones y la forma en la que te quiero.

            Hace mucho tiempo, aprendí, gracias a ti que el amor de sangre no es amor, debería (como muchas veces), pero  no lo es. Por ti aprendí a que no puedo pasarme la vida preguntándome que es lo que hice mal, o como puedo complacer a alguien a quien nada le bastará. No confundas mis palabras…..o más bien debería decir, que si no me explico, me lo hagas saber, pues (aunque te cueste trabajo entenderlo) no quiero lastimarte, ni molestarte, ni incomodarte, porque siempre seremos familia.

            Hice muchos esfuerzos, créeme; consciente estoy de que tengo muchos errores, sin embargo pido perdón por ellos; pero al menos ninguno fue consciente. Conforme fui creciendo, busque tu cariño, tu aprobación, al principio por mí, después por no ver a las personas que más quiero (mis papás y ahora mis hijos) dolidas por tu rechazo. Y el tiempo pasó, y cada intento se convirtió en desilusión, cada esfuerzo en dolor… hasta que tomé una decisión: Quererte por el don que significa que seamos familia, respetarte porque llevamos la misma sangre, estar siempre buscando lo mejor, pero esperando lo peor: en resumen quererte gratis, pero me cuesta, como seguramente te cuesta a ti, pero no sabes cuánto quisiera saber ¿porqué?

            Haciendo hipótesis llego a pensar que tal vez piensas que mi vida es muy buena, tienes razón. Sin embargo pregúntate o pregúntame y verás que todos llevamos (en la propia forma) una dosis de sufrimiento y de dolor. Cada uno lleva su peso, la ventaja que Dios me dio es que, con su gracia, si me caigo me levanto, que busco lo bueno y en ello se me va la vida. No tienes idea de lo que pasa en mi corazón (como yo no sé lo que pasa en el tuyo), por ello te contaré un poco. Hay mucha felicidad en mi vida y también hay un dolor incalculable que me rompe el corazón en lo cotidiano de mis días; siempre será más lo bueno, pero no por ello deja de doler. Así es, lo que piensas de mí familia, de mí, lo que hablas a mis espaldas, me dolió, porque no pareces saber que nada duele más que ver los errores de los hijos y que no les sean perdonados; nada duele más que ver el corazón de mi madre desecho una y otra vez porque no respondes a su cariño.  Duele mucho, pero no me quedaré estacionada en este dolor.

            La vida es lo que queramos hacer de ella (con la gracia de Dios) y yo no quiero vivir así, quiero poner por encima de estas terribles ganas de decirte lo que te escribo, el hecho de decirte que si de algo te sirve, aquí está mi  persona, aquí está mi familia, aquí esta… pero no confundas, no me vas a lastimar. Si quieres decirme o reprocharme algo, no daré pretextos, no me cerraré; pero si no tienes razones para juzgar con tanta dureza, si no hay porque me quieras lejos, entonces, ayúdame a entender si lo que necesitas es que esté distante, no voy a imponerte mi presencia; pero no puedes negarme el derecho de ver a quien me quiere. No tengo derecho a pedirte que me quieras, pero si puedo pedirte que no me hagas daño,  nadie ama lo que no conoce, sin duda NO ME CONOCES, yo quiero conocerte, pero no depende de mí.

            La pelota está en tu cancha, tú decide, pues no es la sangre lo que nos hace familia, sino el corazón.

jueves, 16 de agosto de 2012

Castillos de arena

Hace algunas semanas me encontré plácidamente sentada frente a una de las muchas hermosas creaciones de Dios: el mar. Acompaña de mi familia, compartimos un hermoso pedazo de nuestras vidas haciendo castillos de arena en la playa y sentí la necesidad de compartir lo que fue verlos construir sus castillos de arena.
            Uno de ellos hacía creaciones complicadas, con túneles, áreas elevadas, pasadizos e incluso una vía que llevaba el agua de las olas a partes de su castillo. La otra escarbaba sin cesar, haciendo un hoyo tan profundo que podía caberle medio cuerpo dentro. Mientras los contemplaba pensé en “sugerirles” cambios, a uno que estaba mal la entrada del agua, a la otra que se iba a enterrar completa en ese hoyo, que mejor tratara de hacer algo más “estético”; al empezar a dar rienda suelta a mi imaginación me di cuenta que mientras yo pensaba como “optimizar”, “mejorar” e incluso ayudarles a iniciar “un castillo como debe” me detuve a contemplar la sonrisa orgullosa de cada uno por su creación, su mirada buscando mi admiración ante las obras únicas de arte en arena y entendí una gran lección: nuestra misión como papás no está en imponer cambios,  rehacer por completo sus castillos (lo parezcan o no), o solucionarles problemas de edificación, organización y fallas técnicas.
            En realidad la misión que nos ha tocado es sentarnos a contemplar su obra, no desde la estatura del adulto, sino sentarnos a su nivel en la playa, para ver las cosas desde su perspectiva, para admirar su trabajo especialmente por ser creación de ellos, no por la “perfección” que tenga. La misión más hermosa es disfrutarles cuando cada uno a su manera particular y única va cambiando el mundo que le rodea (pues nadie que se precie de estar vivo puede dejar el mundo igual), creando su aportación, trabajando en el camino de su propia vocación, siguiendo inspiraciones que podremos no entender, pero no por ello invalidar o cambiar.
            En medio de aquellos pensamientos, uno de ellos me extendió una pala y con la mirada tierna como quien no quiere dejarte “fuera del juego” me invitó a construir el castillo, a participar. Aprendí que si hacemos bien nuestro trabajo, estaremos siempre ahí para cuando quieran ofrecernos una pala para colaborar, para apoyar en el área que nos pidan o bien para sacar del hoyo a la que se le inundó con las olas traviesas. Nos toca contemplar, admirar, disfrutar y sin duda sufrir cuando veamos un castillo romperse, desplomarse o ser destruido por ajenos y darles fuerzas para volver a empezar.
            Estar ahí para disfrutar la maravillosa obra y para consolar y dar ánimo cuando las palas y el corazón se rompan. Son castillos de arena que cada uno hemos tenido y vivido, pero sin duda como padres nos toca apoyarles a realizar sus sueños, educándoles en los valores y las virtudes, que cada uno construya su castillo con bases sólidas del amor incondicional de sus papás y conscientes del inmenso amor de Dios.
            Pero lo que importa es que construyan ese castillo, que sepan que siempre les acompañamos, que cuando nos lo pidieron les dimos el apoyo, admiración o consuelo requerido, para que además de una hermoso y único castillo, tengan en la memoria un momento que les permita asegurar que sin importar el castillo o lo que pase con él: siempre lo amaremos y estaremos ahí.

lunes, 2 de julio de 2012

Corazones rojos y corazones rotos.


Contemplaba los cuadros que compramos hace poco, una pared blanca, un marco con un corazón plateado enmarcando un rojo corazón de vidrio soplado; en la parte de en medio un reloj y finalmente un marco con un corazón plateado dividido en dos partes. Al contemplar la pared, que tanto disfruto, de alguna manera pude ver que esa pared representa lo que es la vida y el amor de una manera muy simple.

            El tiempo es y será siempre constante, un valioso recurso no renovable, algo que no puedo detener, ni regresar. Un corazón rojo, brillante, repleto de aire y vida representa todas aquellas veces en las que el amor es el centro, nos da felicidad, sonrisas, ilusiones, esperanzas. Y finalmente el corazón que queda…plateado, corazón roto; este representa todas las veces que el amor nos lleva a sin sabores, a momentos doloroso (aunque nos hagan crecer), o nos desilusionan, nos llevan a derramar lágrimas, sentir dolor o impotencia.

            Cuando pusimos los cuadros, por azar el cuadro del corazón roto quedó ligeramente más arriba que el de vidrio soplado, mi esposo me preguntó ¿porqué pusiste el corazón roto en la parte superior?, me encogí en hombros pues en realidad había sido la persona que los puso, quien había decidió cual poner más arriba. Hoy entiendo que aunque sé que la pared es fija, en la realidad – como una rueda de la fortuna – estos suben y bajan.  Y es entonces cuando encuentro que me aferro al rojo corazón o bien me puedo sentar a reposar en la nostalgia; creo más bien que la madurez de cada persona puede encontrarse en el sano equilibrio entre estos tres elementos, el tiempo infinito pero limitado para nuestra vida y la sucesión involuntaria de momentos de dolor y gozo; de amor y desamor; de ilusión y desilusión. Pero con la plena certeza de que siempre hay esperanza. El dolor de una persona amada, la muerte de alguien que amamos profundamente, la pequeña o gran derrota de un hijo, la caída de un bebé en el parque….todas ellas nos llevan a vivir y sentir, lo importante es ¿Qué voy a hacer con eso?¿Pasaré la vida queriendo evadir los momentos difíciles?¿Aprovecharé al máximo los cuadros con el corazón rojo?¿Lograré entender que la única persona en el universo que nunca falla es Dios y que todos estamos expuestos a equivocarnos, a lastimar (aún sin intención)?.
            Lo que si me queda claro es que sin sacrificio no hay victoria, y del amor y del dolor se sacan (si así lo deseamos) experiencias que nos ayudarán a ser mejores seres humanos. Y para cerrar me encantó una frase que le dieron a mi mamá “Podemos aceptar que los pájaros del dolor vuelen sobre nuestras cabezas, pero no podemos permitir que hagan sus nidos sobre ellas y menos que aniden en nuestro corazón”.